Sin palabras : )

Cada día me soprende más la cantidad de personas que llevamos encima las rutinas que nos hemos asignado, mientras la mente vuela.Deberíamos tener rutinas en las que volar fuera una necesidad para producir.







Aquí uno de los trabajos que más me ha marcado y el que, hasta ahora, he disfrutado plenamente. Es en Puerto Berrío, dentro del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, una de las zonas del país más afectadas por la violencia y la pobreza.

En las fotos de arriba hacia abajo:
1. El río Magdalena cuando pasa por Antioquia, siendo las 4:30 de la tarde.
2. Quien les escribe con el padre Francisco de Roux, director del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio. Un ángel para muchas personas de la zona.
3. Con Ramiro, uno de mis alumnos de literatura en la cárcel de Puerto Berrío. Obtuvo su libertad justo el día que yo dejeba mi trabajo para volver a Bogotá. Me lo encontré en la calle por casualidad y lo llevé a la oficina a ver que se podría hacer por él. Como muchos, tenía miedo de su libertad no sólo por las pocas oportunidades de empleo, sino por las amenazas que tenía encima. Sin embargo, lo considero un hombre sensible que me enseñó a ver la vida con otros ojos, y que de vez en cuando pienso, con la incertidumbre de saber si todavía está por ahí.

Comentarios

Anónimo dijo…
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