De colores se viste el Flea Market

Cebolla, ají, melón, celulares, repollo, ropa vieja y nueva, alfombras, jabón humectante, aceite adelgazante, se mezclan en los mercados de las pulgas que abren sus puertas durante los fines de semana en los meses cálidos del año. Una oportunidad para encontrar lo necesario y lo banal en un mismo lugar, a bajos costos.

El Flea Market de Columbia, en Carolina del Sur, es una muestra de estos sitios que cobijan el lujo y la necesidad, lo feo y lo bonito, lo limpio y lo sucio, lo hispano y lo gringo, y pone en evidencia que la mayoría de seres humanos comemos lo mismo, usamos cosas parecidas y buscamos las mismas banalidades para alegrarnos.


El inicio del recorrido por el mercado no puede ser otro sino la sección de la comida. Cajas de plátanos, cebolla, ajo, ají y frutas de distintas regiones visten las mesas de todos los colores. Tras de ellos, sobresale el vendedor principal, un un mexicano grande y gordo, con cara de no estar de ánimo como para dar rebajas.


Su negocio lo rodean tres o cuatro más de los mismos productos, todos atendidos por hispanos, mexicanos en su mayoría, quienes orgullosos muestran sus cajas rebosantes de frutas y verduras, cuyos olores, sabores y bajos precios atraen paladares finos y vulgares.


Por unas horas, se echa al olvido el Wal Mart, las neveras protectoras, la sonrisa de los cajeros, el carrito del mercado y se empieza a negociar, billete en mano, lo que se va a llevar.






Pero lo mejor de estos lugares, es que no son sólo una plaza de mercado. Sus espacios dan cabida a más de lo se puede llegar a buscar. Así por ejemplo, entre el olor a tierra, picante y uno que otro condimento, una familia india vende toda clase de accesorios para celular.


Siguiendo el angosto corredor que divide el mercado, se encuentran a uno y otro lado, sin orden alguno, unas pocas familias gringas, con sus viejos camiones, vendiendo alfombras nuevas y ropas de segunda. Al frente, unas familias africanas veniendo pijamas y una semilla que promete bajar de peso, entre otras de las necesidades de moda.




El recorrido resulta siendo un gusto total siempre y cuando se aproveche el placer de caminar, encontrarse con el mundo, negociar, probar y deleitarse con el poder tener lo inservible y lo necesario a bajos costos.

Comentarios

Anónimo dijo…
EMBELECO!!! apelmazandolos

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