Sábado

Hoy el día se comportó con una calidez decente, muy diferente al sol casi insoportable de la semana que pasó.

Esta mañana viajé a una ciudad de Georgia en donde una ONG para la que trabajo ofrece clases de educación financiera sin ningún costo para los hispanos residentes en la zona, que son casi todos. Es el resultado de un esfuerzo de varias instituciones privadas para acercar a los latinos al sistema financiero de Estados Unidos, así como para darles pautas en el manejo de su dinero y sus deudas, una necesidad clara en estos tiempos. Nadie llegó. Si bien se hizo publicidad en prensa, radio y televisión, parece que a ninguno le sonó la idea de mejorar su economía. Todos están ocupados trabajando y, después de eso, ya nada más es importante. Frustrante. La pregunta es, ¿cuáles son los pensamientos y temores de los hispanos para no participar en eventos que promueven su desarrollo?

De vuelta me desvié por un camino que nunca suelo tomar para llegar a casa y ahí estaba: una construcción nueva de estilo oriental abierta, vacía y en silencio.

Un grupo de niños chinos que jugaban en la parte de atrás, y los únicos visibles en el lugar, me explicaron que era un templo chino y que estaba permitido entrar a conocerlo. No hubo nadie más en el camino, sólo una sensación de angustia y respeto ante la energía indescriptible del sitio.

Se trata de un templo taoista con varios salones iluminados y decorados de forma particular. Este es uno de los espacios principales:

Este lugar alteró el resto del día: no todo podía ser real.

Luego la tentación de leer sobre el Tao.

In that he saw the unity, he was of God;

in that he saw distinctions, he was of man.

— Chuang Tzu.